Veo las imágenes de los damnificados, leo sobre la propuesta de rehabilitación y reconstrucción de la PCM y me pregunto lo mismo que seguro se preguntan otros expertos sociales: ¿Por qué es que no se asiste a los damnificados del Niño Costero, como en otras partes del mundo: con transferencias que puedan ser usadas por alimentos, con bonos de arriendo para condiciones de vida digna, y en general, con un plan social integral basado en un diagnóstico de la afectación social?.   

Solo tengo una hipótesis: Imagino que subyace a la respuesta del Ejecutivo una postura que llamaré “tradicional” en relación a la respuesta a una emergencia, y que parece no apreciar que junto con la reconstrucción de infraestructura física, es imperativo reconstruir las vidas afectadas. Hoy, que existe amplia evidencia de que hay otra manera de respuesta social a la emergencia –moderna, fundamentada, de reconocida “mejor practica” internacional—quiero tomar una licencia: Voy a usar una entrevista que leí este fin de semana, como excusa para escribir nuevamente sobre este tema, a la luz de lo que está en juego. Algunos hemos intentado argumentos sobre lo que debería ser esta respuesta, con poca suerte claramente: En la propuesta de rehabilitación y reconstrucción de PCM, el MIDIS brilla por su ausencia.

San jacinto /foto: colectivo san jacinto en línea

Digo “usar” una entrevista que leí en El Comercio por una razón: Me parece que la visión del economista entrevistado, a quien estimo y admiro, y que no pertenece al Ejecutivo, resume bien una postura prevalente sobre la respuesta posible. Aquí van, clasificados en “Verdades” y “Mitos”, algunos puntos sobre su respuesta a la reconstrucción que vale la pena comentar, no por ser una opinión personal, sino por representar más bien, la opinión de muchos.

A: Las Verdades sobre la respuesta a la emergencia:

1. Las familias pobres son afectadas y no todas serán “ayudadas”.

De acuerdo. Más o menos. Que las familias pobres son las más afectadas en un desastre natural en general y en el Niño Costero en particular, es indiscutible. Hasta ahí, bien. Estas familias, pasada la fase de emergencia y de asistencia humanitaria, no precisan “ser ayudadas”. Ellas deben ser atendidas por el Estado, como un tema de derecho.

2. Se utilizará “Trabaja Perú” con 20 mil empleos. Se siente que esto “será poco”.

De acuerdo. “Trabaja Perú” es un programa de empleo temporal público y la propuesta de veinte mil empleos temporales es claramente insuficiente dada la magnitud del daño sufrido por las familias. ¿Cúal es el daño? 113 muertos, 178,701 damnificados, 1’049.083 personas afectadas y 237,906 viviendas afectadas. Ni de cerca, entonces, en tanto medida de atención de la afectación social.

En lo que sigue, la entrevista no dice qué hacer, sino mas bien qué no hacer. La receta a la inacción, en la forma de dos mitos comunes.

ASENTAMIENTO HUMANO VILLA HERMOSA (CATACAOS, Piura). FOTO: OSCAR CHONG.

B. Los mitos que paralizan:

3. No debe utilizarse los programas sociales para responder a la emergencia pues “no los puedes pervertir”.

Falso. De hecho, sucede lo opuesto: No utilizar “los programas sociales” o más generalmente, los instrumentos disponibles de protección social, nos deja sin respuesta conmensurable a la afectación social de una emergencia. Peor aún: no usarlos en una emergencia, es lo que de hecho “pervierte” un sistema de protección social, al comprometer una de sus características deseables -- su adaptabilidad. Así, pasará esta emergencia, y nos quedaremos todos con un sistema de protección social que perdió la oportunidad de volverse uno adaptable y listo a responder una próxima vez. ¿Quién se hace responsable de esto?

En efecto: Uno de los principales objetivos de un sistema de protección social, en cualquier país es precisamente el apoyar a los hogares a enfrentar eventos adversos, incluyendo choques (shocks) que afectan a comunidades enteras. Parte de esta respuesta la dan los programas sociales. Una respuesta exitosa post-emergencia, requiere, primero, que esta sea rápida (aquí se va cayendo de madura). Segundo, requiere que sea adecuada en recursos (las donaciones y solidaridad tienen un límite), y tercero descansan en su flexibilidad y adaptabilidad para la implementación a escala si fuese necesario.

Y si estas razones no le convencen, pues aquí van siete razones más:

a. Un desastre natural es un choque (shock). Una razón de ser de la protección social, es (precisamente) proteger a la población ante choques, y ayudarle a enfrentarlos.

b. Un desastre natural afecta más a los más pobres.

c. Un desastre natural crea, además, nueva pobreza.

d. En un desastre natural, los más pobres y vulnerables son quienes tienen menos recursos en sus manos para responder.

e. Al afectar a comunidades enteras, los mecanismos privados de protección social, el apoyo familiar y comunitario, se ven severamente comprometidos.

f. No atender adecuadamente a la población afectada arriesga no sólo la pérdida de sus capacidades, sino también la vulneración de derechos básicos.

damnificados en lima foto : afp

g. Y porque, por último, es tarea primordial del Estado y del MIDIS en particular considerar los instrumentos y herramientas a su disposición para atender a la población pobre y vulnerable (su población de referencia). Y ojo: Atenderla, y no “ayudarla”.

4. Los afectados por la emergencia no necesitan asistencia, necesitan trabajar. (“Esa gente necesita volver a su trabajo, no un programa de alivio temporal”)

¿Es en serio? Esta es la respuesta mas interesante de todas: El entrevistado (o el Ejecutivo, de paso), no objeta el utilizar al programa “Trabaja Perú” como respuesta. “Trabaja Perú”, es tan programa de protección social como los programas de transferencias monetarias y de alimentación del MIDIS, pero tiene una contraprestación en empleo. ¿Como así es que este programa no “se pervierte” si se usa en emergencia, pero los otros sí?

La “respuesta” está en este diagnóstico, creo: “Esa gente”, leemos en la entrevista, “necesita volver a su trabajo, no un programa de alivio temporal”.

A este argumento parece subyacer: 1. la idea de que proteger a los damnificados con asistencia es un objetivo reñido con su promoción laboral; 2. la certeza del entrevistado de conocer lo que las familias damnificadas necesitan, y 3. la fe en que hay empleos o emprendimientos esperando a la vuelta de la esquina a aquellos afectados por la emergencia.

Amigos lectores, hagan por favor este ejercicio: Pónganse en el lugar de quien perdió todo lo acumulado en una vida de trabajo en unas pocas horas. Imagínense en el lugar de quien hoy vive en una carpa, con tres niños pequeños, día a día: Expuesto al clima extremo/ Sin seguridad/ Sin luz/ Sin agua ni servicios. Ud., que quizás trabajaba en el campo, ha perdido su cosecha e instrumentos de trabajo. O, Ud. quizás ha perdido su empleo informal, puesto que toda su comunidad fue afectada. O, quizás, Ud. es una madre jefa de hogar. Quizás hay ancianos en su grupo familiar, o discapacitados, o su esposa está embarazada.

militares ayudan en evacuación /foto: reuters

Díganme: Les es difícil imaginar a qué les va a sonar el que alguien en Lima les cuente que lo que Uds. necesitan, realmente, es ponerse ya mismo a trabajar? ¿Broma cruel? El sólo ganarle a la desesperanza o desesperación sería, para mí, una conquista diaria (no es por nada que las intervenciones psicosociales siguen a los desastres en muchos países). Añada a esto el vivir con riesgo de enfermedad, hambre o inseguridad para su familia: 800 enfermos de dengue en Piura, 7 muertos, y hospitales asfixiados, por Dios. Y se sabe que las instancias de violencia doméstica o sexual aumentan en circunstancias similares a las que viven hoy las familias damnificadas. ¿No es esto cierto, MIMP?

“Esa gente necesita volver a su trabajo”, claro. Pero también necesita que sus niños vuelvan al colegio, necesitan atención medica y sí, sin pedir ninguna disculpa, necesitan la asistencia que les permita un piso mínimo de estabilidad y seguridad, dignidad básica, y alguna tranquilidad en el caos. Apenas lo suficiente para poder ponerse de pie y estar en condición de hacerle frente a su propia situación. En otros países esta asistencia tiene cara de una transferencia temporal de efectivo para comprar alimentos, o de un bono temporal para pagar arriendo y también empleo publico temporal, u otros. ¿Cuál es el problema aquí?

Parece simple. Pero, créanlo o no, para algunos, la decisión de optar por asistencia --aún cuando ética y técnicamente justificada-- nunca es una simple. Así la asistencia sea la respuesta idónea a la emergencia…. ahí se asoma: El miedo a la asistencia. O más bien, a lo que se suele asociar a esta: ociosidad, dependencia y aprovechamiento indebido de “beneficios”.

El cansado argumento contra la asistencia al pobre o vulnerable, que va así: “muchos programas para combatir la pobreza son, en el mejor de los casos, un mal que debe tolerarse temporalmente –hasta que todos los pobres trabajen o se vuelvan empresarios-. Son programas que dan pescados y no a enseñan a pescar y, como no enseñan a pescar, generan dependencia, pues no promueven a la persona humana, a esa que debe ser gestora y sujeto de su propio desarrollo. Cuando el Estado hace esto cae en “asistencialismo”, la deformación de la asistencia”.

Este tipo de argumentos, hoy por hoy, y con tanta evidencia disponible, ya pertenecen más al ámbito de la ideología o la creencia o el lugar común, antes que al del conocimiento técnico sustentado. Por eso, aquí sólo cabe añadir esto: Es imperativo informarse. La protección social moderna no es una red compensatoria por si se nos “cae vertiginosamente” el PBI (¡?)… La vida de los peruanos afectados por esta emergencia demanda enfrentar estos miedos con conocimiento técnico de lo que funciona: La protección social funciona, y puede hacerse bien y con candados (algunos candados, de hecho, son mejores que los que tendrán las licitaciones públicas que se nos vienen). Al alcance de su buscador de Google toda la evidencia.

Termino con una pregunta al lector: ¿Qué cree Ud.—padre, madre, hijo-- haría si el gobierno, su gobierno, no atiende las necesidades de su familia, oportunamente y preservando su dignidad, tras una emergencia? Mire las fotografías que acompañan esta nota. Multiplique ahora la desesperanza o la desesperación o la indignación. Quien crea que la protección social no es una respuesta ética y técnicamente apropiada, que por favor me lo explique.

[Foto de portada: Andina]

Revisa la sección mulera sobre la reconstrucción nacional aquí.